jueves, 31 de marzo de 2011

V for Vendetta





Los artistas mienten para decir la verdad mientras que los políticos mienten para ocultarla.


miércoles, 30 de marzo de 2011

Artículo de Arturo Pérez-Reverte sobre la educación.


PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES

Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda.Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.

Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia.

Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.

Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico».

O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.

Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».

Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante.

Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet.
La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.

Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.
El señor Reverte está quemado con la educación, con el Gobierno... no dejas títere con cabeza, pero muchas veces sólo consigues que se te tache de intolerante y no políticamente correcto. Cuando seas capaz de decir todo esto sin tutear y decirlo más finamente te tendrán más en cuenta. Al menos yo.

La primera frase.


Siempre imaginé que la crónica de mi vida, si acaso alguna vez llegaba a escribirla, tendria una primera frase excelente: algo lírico, como "Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas", de Nabokov; y, si no me salía nada lírico, algo arrollador, como "Todas las familias felices se asemejan, pero cada familia desdichada es desdichada a su manera", de Tolstói. La gente recuerda estas palabras incluso cuando ya ha olvidado todo lo demás que hay en el libro. En lo tocante a frases de apertura, la mejor, a mi modo de ver, es el comienzo de "El buen soldado", de Ford Madox Ford: "Éste es el relato más triste que nunca he oído". Docenas de veces lo habré leído, y sigue dejándome patidifuso. Ford Madox Ford era uno de los grandes.

En toda una vida de esfuerzos por escribir, con nada he luchado más varonilmente -sí, esa es la palabra, varonilmente- que con las aperturas. Siempre me ha parecido que si esa parte me salía bien el resto seguiría de modo automático. Concebía la primera frase como una especie de útero semántico repleto de atareados embriones de páginas sin escribir, resplandecientes pepitas de genio, ansiosas de nacer. De ese gran recipiente fluiría, por así decirlo, el relato completo.
[...]
Pero, ay, en realidad no eran más que burbujas, falsas ilusiones, todas ellas. Cada una de esas frases maravillosas, repletas de promesas, era como una caja envuelta para regalo en manos de un niño anhelante, una caja que nada contiene, sino piedrecillas y trozos de basura, a pesar del ruido tan seductor que hace al agitarla. ¡El niño piensa que son caramelos! Yo pensaba que eran literatura. Todas esas frases -y muchas otras, tambíén- resultaron no ser trampolines de lanzamiento hacia la gran novela sin escribir, sino barreras insuperables. Comprende usted, eran demasiado buenas. Nunca logré situarme a su altura. Hay escritores que nunca logran igualar su primera novela. Yo nunca pude igualar mi primera frase. Y mírenme ahora. Miren de qué modo he empezado esto, mi obra final, mi opus magna: "Siempre imaginé que la crónica de mi vida, si acaso alguna vez llegaba..." ¡Dios del cielo, "si acaso alguna vez"!. Ya se percata usted del problema. Irremediable. Que lo borren.

Sam Savage. "Firmin"

martes, 29 de marzo de 2011

Habrá poesía...


No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas, pero siempre
habra poesía

Mientras las ondas de la luz al beso,
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
habrá poesía

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
habrá poesía

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos
habrá poesía

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
habrá poesía.

Just smile...


-¡Sonríe!
-¿Por qué?
-Porque puedes ;)

lunes, 28 de marzo de 2011

El hombre del acordeón


No sé cómo se llama. Tampoco sé su historia, ni siquiera si habla mi idioma. Sólo sé que toca el acordeón.

Se le puede encontrar todos los días en la línea 1 del metro de Madrid, recorriendo los vagones, cabizbajo. Es un hombre mayor, de pelo cano y ojos azules. Cansados. Viste elegante, a pesar de sus raídos pantalones de tela y sus zapatos gastados, y siempre lleva consigo un acordeón Gabanelli al que trata con cariño, casi con ternura. Cuando el tren se detiene en el andén, él es el último en entrar, siempre detrás de las señoras, cortés y callado. Digno. Entonces, cuando se cierran las puertas, baja la mirada y desliza suavemente sus dedos por el instrumento. Simplemente toca, arrancando de esas teclas canciones que hablan de soledad y de nostalgia, de esperanza perdida y resignada. Parece no importarle quiénes escuchan su melodía. Si es que la escuchan. Los viajeros, precavidos, intentan ignorar su presencia concentrándose en un libro, en un periódico, en una conversación. Para ellos es sólo uno más. Uno de tantos, de esos que son unos vagos y no han trabajado nunca, porque no quieren. Un pobre infeliz que no merece atención ni respeto. Una presencia desagradable que toca melodías nostálgicas cuando nadie se lo ha pedido.

Y él lo sabe, y lo siente. O no sé si lo siente, pero parece sentirlo. Parece arrepentido cuando, cabizbajo, camina despacio por el vagón, tambaleándose por el traqueteo, pulsando esas teclas que cuentan historias que nadie quiere oír. Parece arrepentido allí, de pie, enseñando a los viajeros canciones que no conocían ni habrían conocido de no cruzarse en su camino. Y también parece arrepentido, e incluso avergonzado, cuando saca un cestillo, esperando una moneda. No mira jamás a los ojos de su improvisado público, quizá porque teme encontrar en ellos reproche, incomodidad, desprecio. Pero no siempre es así. En ocasiones alguien se acerca, ante la mirada curiosa de los demás, y deposita unas monedas en ese cestillo que casi siempre está vacío. Entonces levanta un poco la cabeza, mirando sin ver, y esboza una sonrisa agradecida, sincera. No dice nada.

Después hace una breve reverencia, y baja del vagón. Se aleja, y todavía parece arrepentido. Sabe que, sin quererlo, nos ha mostrado la realidad de un mundo que no queremos ver, porque es incómodo comprobar que en realidad sí somos afortunados.
Quizá debería ser yo quien agachara la cabeza.

domingo, 27 de marzo de 2011

Libertad.


Creo que lucháis por la libertad, pero no estoy seguro. Abogáis por una sociedad igualitaria, en la que cada individuo pueda ejercer plenamente sus derechos. Al parecer, por eso mismo decidisteis irrumpir el pasado 10 de marzo en la capilla de la Universidad Complutense de Madrid, gritando insultos contra la Iglesia y los católicos, zarandeásteis al capellán, os desnudásteis en el altar. Etcétera.

No lo niego: me da miedo ser cristiano. No es sólo por este ataque, sino por tantos otros. Es por ver la reacción de la gente cuando confieso mis creencias, por su cara de burla, como si estuviera bromeando. Es por que se me relacione automáticamente con la derecha, la intransigencia, el fascismo incluso. Es también por los ataques a alumnos que rezaban en la capilla de la Universidad de Barcelona. Y en la de Valladolid. Es por ver las pintadas en los muros de estos templos (“arderéis como en el 36”, reza una de ellas). Es, en definitiva, porque siendo cristiano sólo soy un paria, un ignorante, una mala persona.

No os acordásteis de ellos, supongo. Me refiero a los que dan su vida por los demás. Por los miles de misioneros que luchan en lugares que ni os imagináis, pobres ignorantes, para hacer más llevadera la vida de algunas personas. Ayudando a vivir, a morir con dignidad, y recitando una oración, cuando se tercia. Habéis olvidado, supongo, que ellos también sufren y mueren allí. Son la Iglesia. Y es gente valiente, honrada y digna. Puedo dar fe de ello, porque me pilla cerca.

Tampoco caísteis en las 800.000 personas que Cáritas alimenta cada año sólo en España. Tendéis a olvidar también que la Iglesia y sus fundaciones se financian con las crucecitas que algunas personas marcan en su declaración de la renta. Qué despiste.

Tenéis muy presente, sin embargo, la corrupción, la desvergüenza, los curas pederastas, los altos cargos que viven en el lujo y la opulencia. Pero ya véis. Os sorprenderá saber que la inmensa mayoría de los cristianos no violamos niños, vamos a la universidad en autobús, cuando se puede, y no somos homófobos, ni fascistas, ni integristas.

También gritabáis otras cosas. No voy a centrarme en esa tan divertida de “contra el Vaticano, poder clitoriano”, aunque confieso que me ha hecho gracia. Me preocupa más, en cambio, aquello de “a rezar al campo”. Me sigue chocando, como ya he comentado aquí y en otros textos, que unos abanderados de la libertad de expresión -así os definís- sean tolerantes únicamente con lo que a ellos les parece bien.

Así, de la misma forma que vosotros tenéis vuestras asociaciones de cualquier tipo, ya sean anarquistas, socialistas, anticlericalistas o comunistas, y gozáis de representación y legitimidad, los cristianos no podemos disfrutar de un espacio en el que reunirnos. Porque decís que la religión es algo privado. Supongo que, desde esa estólida contumacia que os caracteriza, no habéis caído en la cuenta de que “cristianismo” significa “comunidad”. Y que si existe el derecho de reunión y asociación, los cristianos podemos también disfrutar de él en los espacios destinados a tal efecto. Esos espacios, me suena, se llaman iglesias, y capillas. Ya sabéis: cosas de viejo.

En cuanto a lo de libertad, eso que algunas de vuestras compañeras llevaban escrito en las tetas, me temo que tengo mis propias opiniones.
Libertad, me parece, es que todos podamos expresarnos sin que se nos denigre de ninguna forma. Es disfrutar de nuestros derechos, pero sólo hasta donde empiezan los del otro. Es poder ser respetado independientemente de la raza, el sexo -que no género, imbéciles- o la religión. Es vivir sin miedo al qué dirán. Es poder ser cristiano sin que nadie tenga que desnudarse en mis altares.

Eso es libertad, hijos de puta.

~Jack Ferreira Basanta~

martes, 22 de marzo de 2011

Spring's here!

Ya está aquí, ya llegó...: es la primavera :)
El momento de salir en manga corta por la calle, oír a los pajaritos cantar y ver a los niños reír y jugar en los parques, con mamá cuidando de ellos por si se hacen daño... ¡pero no se lo hacen! Cualquier distracción que los aleje de sus inocentes menesteres es fácilmente desechada de sus planes... ¡Mamá, aléjate, yo quiero jugar! Jajajaja

Ojalá tuviera ya mi cámara y pudiera reflejar todas esas imágenes que me parecen hermosas, curiosas, interesantes... todas esas imágenes que se me pasan por la cabeza y quiero capturar en mi cámara y compartirlas...
De todos modos ya me queda poco para tenerla entre mis manos :3

lunes, 21 de marzo de 2011

Decepciones.


Una tras otra. Y aunque desconfíe siempre hay algún gilipollas dispuesto a joderlo todo cuando supuestamente todo iba bien y no podía joderlo de ningún modo.

"Podría llevar la mejor vida y la más feliz si no fuese un loco. No se dan fácilmente circunstancias tan propicias, como estas en las que yo me encuentro, para hacer dichoso el corazón de un hombre. Cuán cierto es, que sólo nuestro corazón puede labrar su propia dicha."
-Werther, J.W.VON GOETHE-

Y qué razón tiene... todas las circunstancias se han alineado para que yo sea feliz, y va mi corazón y me juega una mala pasada... ¡Sí, por confiar en la gente! Es que había escasez de falsos y mentirosos, por lo visto... Y yo, tonta de mí, pensé que se podía confiar en alguien que ni pincha ni corta, en un bobo que no tiene porqué meterse... porque creí que era de esos que no enredaban maliciosamente la vida de los demás con cuentos y trapicheos para complicar, joder y hacer la vida imposible a los demás.

eres una mala persona. Yo soy tonta del culo.

viernes, 18 de marzo de 2011

Tengo una cosita...



Es algo muy especial, muy grande y muy ligero.
No sé a quién dárselo, no encuentro quien quisiera tenerlo.
¿Quién habla de merecerlo?
Ay... si no me merece él, ¿quién lo hará?
El uno requisito es cuidarlo y no romperlo.
Necesito entregarlo, es un paquete urgente...